ABR 192015 Los candidatos dicen que sólo si llegan ellos a los diferentes cargos de elección popular entonces conoceremos las bondades de la paz y el desarrollo, no dudo de las buenas intenciones sólo que si existen los prejuicios se debe a los gobiernos que hemos conocido de todas las orientaciones y siglas que no demostraron su presunta calidad, más bien legaron lastres tras lastre, las consecuencias las hemos padecido todos sin distingo. En las últimas semanas más que escuchar propuestas y bajo que procedimientos harían efectivas sus promesas tan cercanas a la demagogia lo que hemos leído son más descalificaciones, comparaciones ridículas y actos circenses de baja calidad de algunos candidatos que suelen hacerse los vivos al interpretar números chuscos. Muchos sitios del país literalmente arden, les llegó un apocalipsis que refleja la ruptura del pacto, del contrato social a todas luces incumplido. Seguramente las campañas de contraste no tardarán en mostrar a plenitud el músculo, será un Deja Vu, lo previsible tal vez con más agregados, más diatriba, menos debate de ideas, el remolino de medias verdades con el desafío a la legislación vigente. En los últimos años tales campañas se han encargado de propagar leyendas urbanas, mitos morbosos, más suciedad, el proselitismo se alimenta de la descalificación, al final del día el hartazgo se incrementa. También se ha manifestado un emergente estilo de hacer campaña a costa de la hilaridad, algunos candidatos ayunos de ideas se han dedicado al humorismo barato como ramplón, bailan, se disfrazan, el asunto es llamar la atención aunque usurpen el papel de bufones. Esperamos el debate auténtico para contrastar propuestas serias ocupe los espacios mediáticos porque los problemas de México, en general, y Michoacán, en particular, están enlistados en gran cantidad: inseguridad, impunidad, falta de empleos de calidad, opacidad, ausencia de justicia. El balón rueda en la cancha de los partidos y sus candidatos, la ciudadanía merece otros estilos con contenidos trascendentes porque de lo contrario el desdén a los comicios ganará terreno, de tal manera que el hartazgo estaría invitado para ganar elecciones. Mientras tanto, casi ningún candidato dedica espacios para hablar del arte y la cultura como el binomio ideal para dibujar la utopía de una sociedad mejor. |