| JUL 252014 Cuando viajo siempre estoy muy atento al sentido turístico, de como diversas experiencias se han convertido en realidades. El boom turístico de Ecuador arranca hace aproximadamente nueve años, nueve años que le han servido para que sus prestadores de servicios turísticos aprendan a sonreír y a ser cálidos en el trato a la gente que les visita. Al llegar al aeropuerto Mariscal Sucre de Quito me sorprende una persona de edad avanzada que sin importar el peso del equipaje acude prontamente a recibir las maletas para ingresarlas a la cajuela del vehículo, me interpongo para no permitir que cargue las maletas y su respuesta es un firme: "No mi señor, usted es mi cliente y debo tratarle bien, porque usted es el que paga mis servicios". La realidad es que la maleta pesa alrededor de 14 kilos, pero no quise molestar al taxista, pero su actitud, me dejo maravillado y pensando en que varios taxistas en Morelia ni siquiera por equivocación se plantearían el dilema de ayudar con la maleta, bueno ni siquiera abrir la cajuela del taxi, su aspecto sería en muchos casos de suciedad y con un ambiente mal oliente en el vehículo. Lo digo con todo respeto, no todos son así, pero?estamos a años luz para que pueda comparar la generalidad de taxistas de Morelia con los taxistas de Quito Ecuador. Más allá aún el taxista tiene tema de conversación, me habla de la historia de su país, del libertador Sucre, de los lugares que recomienda para conocer, lugares que pueden ser baratos para comprar artesanías donde directamente los artesanos los venden a los turistas, muestran su amor por su ciudad y país, critican la política de su gobierno, conocen generalidades de su economía, presumen el precio del galón de gasolina a solo dos dólares la roja y 1.44 dólares el galón de la gasolina verde. El taxista además es un caballero, no permite que uno abra la puerta del taxi, es una de las funciones que debe realizar para hacer sentir bien a su cliente. Al conducir deja el paso a los peatones en las zonas donde deben cruzar las personas, avanza con lentitud por momentos y cuando puede imprimir velocidad lo hace sin hacer sentir mal al turista. Un hombre sencillo que me ha hecho sentir admiración por su país, por sus lugares, por su gente, por sus volcanes, por su comida, un auténtico embajador que muestra la realidad de un bello país como Ecuador, el centro del mundo. Un hombre que se despide con un: "gracias mi señor, debo atenderle bien, porque gracias a eso, yo puedo llevar comida a mi familia, puedo llevar educación a mis hijos, puedo tener un dinerito para que viva mejor". |