| SEP 212014 Y para frenar su ímpetu, sus sueños de transformación social y su tendencia de volar en las alturas, era necesario cortarles las alas para dejarlos a ras de suelo, vulnerables y atrapados, con pocas posibilidades para defenderse y adoctrinados para seguirlos manipulando al egresar de la escuela que debió darles abrigo y las armas para luchar en contra de la ignorancia y la marginación social. Los enemigos de la educación publica se fueron en contra de la clase social más necesitada al quitarles a los maestros que se encargan de formar a sus hijos en las aulas de clase y al evitar que los que vienen en formación lleguen con la conciencia de transformar su entorno y de ayudarlos a escalar en la vida social. De por sí, las escuelas formadoras de docentes atraviesan por una dura crisis que urge superar, está de por medio su sobrevivencia, el plan y los programas de estudio están agotados, se han desfasado de la realidad, la transformación de las escuelas normales de país es ya un clamor social y una necesidad para conservarse vigentes, los parches que le han puesto a través de los años no le han servido, es necesario que la planta docente de las escuelas normales se siente a reflexionar sobre lo que es necesario recuperar del pasado y que se ha quedado en el olvido momentáneo, sobre lo que ha funcionado en el presente y que es necesario conservar y sobre lo que no ha funcionado y es necesario desechar. Se debe diseñar un nuevo plan y programas de estudio que respondan a las actuales necesidades sociales, que den forma a los nuevos perfiles de egreso y a las características del aspirante a ingresar a las filas magisteriales, se debe ser exigente en este aspecto, las escuelas normales deben atraer a los mejores estudiantes del bachillerato, la profesión docente debe ser de las más difíciles de alcanzar por la responsabilidad que conlleva. Pero mientras esto sucede, una luz de esperanza brilla aún en el horizonte y proviene de los normalistas que lograron sobreponerse y resistir la embestida, lo que no los mató los hizo más fuertes y en la actualidad son el pilar y el ejemplo a seguir por quienes vienen detrás, en verdad inspira verlos abrazando con cariño la profesión docente, iluminan con su presencia las deterioradas escuelas, hacen lo que pueden con los que tienen a su alcance, son la excepción que confirma la regla, ellos saben que su mayor satisfacción radica en la felicidad y realización de sus alumnos, no dejan las aulas, se preparan constantemente e intentan volar lo más alto a pesar de los golpes que recibieron durante su etapa de formación inicial. Pero el cielo en el que vuelan no está libre de peligros, deben cuidarse de las aves depredadoras que los acechan constantemente. Estos normalistas saben la difícil etapa que les tocó vivir y luchan todos los días por marcar la diferencia. Se resisten a ser parte del problema, quieren ser la solución. Insistiré hasta el cansancio, el muchacho/a que ingresa a una escuela normal debe dedicarse a estudiar para apropiarse de su nueva realidad, dejar de asistir a clases va en contra de la formación que le obliga, marchar, parar y bloquear las labores escolares atenta contra sí mismo y de la sociedad que forma parte. La influencia sindical o de grupos de agitación política debe quedar fuera de los muros de las escuelas formadoras de docentes. El día que el nuevo maestro egrese, que decida personalmente hacia donde dirigir su participación política como trabajador de la educación, pero no antes. Todo normalista debe evitar que se le corten las alas y defender su integridad para volar lo más alto posible, su condición de estudiante debe ser respetada, los niños con necesidad de aprender para trascender hacia una nueva condición social siempre los estarán esperando, no se les puede fallar por compartir todos el mismo origen. |
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