JUN 272025 El evento, reportado por trabajadores el 21 de abril, despertó preocupación al observarse levantamiento de polvo fino, temperaturas del suelo superiores a 60 °C y posible emisión de gases. Tres días después, se llevó a cabo una visita al sitio por el grupo de investigadores mencionados con el fin de evaluar la situación e identificar el tipo de fenómeno, ya que hasta ese momento se mencionaba por gente local y algunos medios de comunicación que podría tratase del nacimiento de un volcán o de la presencia de aguas termales. Los expertos que estuvieron al frente del al frente del análisis son la doctora Ruth Esther Villanueva Estrada (UNAM), Isabel Israde Alcántara (UMSNH), Esperanza Torres (UNAM), Denis-Ramón Avellán (UNAM), Martha Gabriela Gómez Vasconcelos (UMSNH), Teodoro Carlón Allende (UNAM), Ana Teresa Mendoza Rosas (UMSNH), Eduardo Huesca Pérez (UMSNH), Isabel Pérez Martínez (UNAM), Guillermo Cisneros Máximo (UNAM), Irma Fabiola Mendiola López (UNAM), Teresa Pi Puig (UNAM) y Fabiola Vega García (UNAM) Gracias a observaciones directas, análisis de datos sísmicos, mediciones de gases y análisis del suelo, el equipo de investigadores descartó la hipótesis del nacimiento de un nuevo volcán. Lo anterior sustentado en que no existía actividad sísmica, deformación del terreno ni concentraciones de gases que indiquen actividad volcánica. Sin embargo, lo que sí se encontró fue una zona con restos vegetales quemados, suelo carbonizado y concentraciones inusuales de dióxido de carbono (CO₂). La investigación concluye que la zona se ubica en la parte baja de una microcuenca donde se acumulan sedimentos volcánicos finos y suelos en desarrollo, bajo los cuales se encuentran restos orgánicos que, al entrar en contacto con calor residual de incendios previos, pueden iniciar combustión sin llama, similar a los incendios subterráneos registrados en otras regiones agrícolas, los cuales pueden durar meses o semanas como lo reportado previamente en el volcán Quinceo en Morelia. Factores que se combinaron Entre los hallazgos más relevantes destacan la deforestación y la frecuencia de incendios en años recientes en la zona, lo que habría dejado fuentes de calor latente acelerando el proceso de combustión subterránea. Adicionalmente, se documentó que los trabajadores de la huerta vertieron cerca de 18 mil litros de agua sobre la zona para enfriar el terreno, lo que probablemente generó el rápido enfriamiento del sitio y emisión de vapor. Los análisis de gases en el suelo revelaron concentraciones elevadas de dióxido de carbono (CO₂), con valores que superaron los 1400 ppm en algunos puntos, muy por encima de los niveles normales para suelos agrícolas, lo cual es producto de la combustión de materia orgánica. Recomendaciones y acciones futuras El equipo recomienda evitar el desmonte de vegetación en laderas cercanas, ya que esto puede intensificar la erosión y favorecer nuevas acumulaciones de material fino. También sugiere colocar empedrado en las zonas de riesgo para proteger a trabajadores, así como establecer monitoreo continuo de temperatura y gases. Este caso demuestra cómo la interacción entre procesos naturales (como la acumulación de cenizas volcánicas) y actividades humanas (agricultura intensiva, uso de fertilizantes, mal manejo de técnicas de incineración) puede derivar en fenómenos complejos que requieren una mirada científica para comprenderse y prevenirse. |