
JUN 132012 Los encargados de la excursión, habían contratado dos microbuses de la línea Tata Lázaro, iban en dos grupos, más de cuarenta niños, acompañados varios de sus padres y algunos profesores; todo era alegría dentro de una de las unidades, iban contentos los niños, recorrían la carretera rumbo a El Sabino. Camino lleno de curvas y pendientes, pero contrastaba con la verde vegetación que observaban cuando de vez en cuando se asomaban por la ventanilla del microbús. Pero no llegarían a su destino. Ese destino les haría una mala jugada; Cuando pasaban la población de San Marcos, el microbús se quedó sin frenos en una bajada pronunciada, al final había una cerrada curva, se presume que el chofer desesperado, nada pudo hacer, solamente grito: ¡Agárrense!. El camión sin control se fue a impactar contra una vivienda de concreto. Un estruendoso ruido se escuchó a varias cuadras a la redonda y de inmediato se levantó una gran polvareda. Todo quedó en silencio, un silencio sepulcral por varios segundos inundó el ambiente. En la vivienda se encontraba el señor Pedro Vázquez con su esposa e hija de solamente tres años, quienes al escuchar el ensordecedor impacto, corrieron hacia la parte posterior, no sabían lo que ocurría. Poco a poco se iba disipando el polvo, regresó a ver lo que pasaba y grande fue su sorpresa al descubrir una mole de chatarra prácticamente dentro de su vivienda, no sabía qué hacer cuando de pronto escuchó gritos y lamentos; se asomó dentro de la unidad y observó que había cuerpos ensangrentados por doquier, una enorme loza de concreto de la construcción prácticamente había atravesado el camión, desde el parabrisas hasta la parte trasera del microbús. Dice el testigo que los cuerpos estaban regados, algunos inmóviles, otros tratando de pedir auxilio; el chofer estaba decapitado, la cabeza quedó sobre la loza de concreto y su cuerpo en el asiento; el conductor no sabía qué hacer, los llantos de una niña le llamaron la atención, le dijo que se asomara por la ventanilla y le diera sus manitas, así logró rescatarla de ese infierno. Llamó al 066 para dar aviso de la tragedia; "vengan pronto, hay un accidente grave, creo que hay muertos y heridos, entre ellos varios niños, estoy en San Marcos, rumbo a El Sabino", dijo al que le contestó. Siguió tratando de rescatar más cuerpos mientras llegaban los cuerpos de auxilio. En cuestión de minutos, el lugar se llenó de paramédicos, bomberos, policías y curiosos. Al final, diez muertos y más de 30 heridos. Los niños no llegaron a su destino; los gritos, la sangre y el trágico accidente que vivieron éstos niños que comienzan sus vidas, se vio truncado, seguramente por las malas condiciones mecánicas de la unidad en que viajaban. Muchos de los niños se recuperan en los diferentes hospitales de la ciudad de Uruapan. |