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El desmantelamiento del sector salud.

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OCT
28
2025
Alejandro Vázquez Cárdenas Uruapan, Mich. El sistema de salud mexicano, durante décadas, fue un referente en América Latina por la calidad de sus Centros Médicos y sus institutos nacionales; Cardiología, Nutrición, Cancerología, Neurología, entre otros. En ellos se formaron generaciones de médicos, se realizaron investigaciones de alto nivel; pero eso es historia, en los últimos años, este sistema ha sido objeto de un progresivo desmantelamiento, consecuencia directa de decisiones políticas que han erosionado su capacidad operativa.

La reducción del presupuesto asignado a los institutos nacionales ha sido particularmente severa. Actualmente enfrentan carencias de insumos, de medicamentos, falta de personal y cancelación de proyectos de investigación. El argumento oficial ha sido un supuesto combate a la corrupción y una "reorganización" del gasto público, pero en la práctica el resultado ha sido un colapso funcional, una tragedia. Los hospitales se ven obligados a limitar el número de consultas, intervenciones quirúrgicas y tratamientos especializados, afectando a miles de pacientes.

El desabasto de medicamentos, particularmente los oncológicos, representa una de las tragedias más dolorosas. Niños con leucemia o tumores malignos han quedado sin tratamientos durante semanas o meses, lo que en oncología equivale a una sentencia de muerte. Las protestas de padres desesperados revelan la magnitud del daño. No se trata de una crisis pasajera ; es el resultado de un manejo deficiente (o perverso) de las compras consolidadas, la cancelación de contratos con laboratorios sin una planificación adecuada y una centralización burocrática incapaz de responder con eficiencia a la urgencia de la atención médica.

Es inocultable la escasez de material de trabajo en hospitales públicos. Faltan guantes, jeringas, suturas, reactivos para análisis de laboratorio e incluso gasas y material de curación. Muchos médicos deben pedir a los pacientes que compren su propio material o se vean obligados a improvisar. Esta situación no solo afecta la calidad del servicio, sino que pone en riesgo la vida de los pacientes y la integridad profesional del personal médico.

Otro síntoma del deterioro del sistema es la demora en las citas médicas para especialidades. Obtener una consulta con un cardiólogo, un oncólogo o un neurólogo puede tardar entre tres y seis meses, y una cirugía programada puede aplazarse desde unos meses hasta indefinidamente. En enfermedades crónicas o progresivas, ese retraso significa la diferencia entre una recuperación posible y una complicación irreversible. Los pacientes, desesperados, se ven obligados a acudir a la medicina privada, donde los costos son prohibitivos para la mayoría.

El impacto económico en los derechohabientes es devastador. Una resonancia magnética o un tratamiento oncológico fuera del sistema público puede representar la ruina financiera de una familia. Paradójicamente, el desmantelamiento del sistema público ha beneficiado a hospitales y farmacias privadas, que registran una creciente demanda impulsada por la ineficiencia del sector estatal.

La cancelación del Seguro Popular y su sustitución por el fallido INSABI, posteriormente reemplazado por el IMSS-Bienestar, no ha resuelto el problema. Por el contrario, ha generado una crisis estructural de administración, coordinación y cobertura. Los estados han perdido autonomía para gestionar recursos, y los nuevos organismos federales no han demostrado capacidad para operar con transparencia ni eficacia. El resultado es una red de hospitales colapsada, médicos desmotivados, enfermeras sobrecargadas y pacientes sin esperanza.

Las consecuencias humanas de esta crisis trascienden las cifras presupuestales. Cada niño que muere por falta de quimioterapia, cada paciente que no recibe un trasplante a tiempo, cada mujer que no puede atenderse un cáncer detectado en etapa temprana, representan un fracaso colectivo del Estado mexicano. La salud pública, que debería ser un derecho garantizado por la Constitución, se ha convertido en un privilegio sujeto a la suerte y a la capacidad económica.

Recuperar el sistema de salud no será tarea sencilla. Requerirá voluntad política (no la hay) , planeación técnica (deficiente o inexistente), inversión sostenida y sobre todo, respeto al conocimiento médico y científico (inexistente) . Mientras tanto, el costo de la indiferencia se paga con vidas humanas. El desmantelamiento del sector salud no es solo una crisis administrativa: es una tragedia ética y social que se paga con vidas humanas y que marcará a México durante generaciones.





Alejandro Vázquez Cárdenas







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